Entrevista: Sergio Fritz Roa. Un autor puente de nuestra cultura. En sitio Fococentral

                                                        Sergio Fritz Roa - Academia.edu


Frente al Chile-Mall, de poderío bancario, de consumismo y, por tanto, del más brutal materialismo, existe un Chile-Mágico, de sabiduría ancestral, que se contacta con la Naturaleza, planta Sergio Fritz Roa en su libro La Recta Provincia, publicado bajo su propia Editorial Bajo los Hielos. Deja en claro que va la vanguardia de la cultura y se aleja de un punto de vista tan institucionalista y de Icarito, al que estamos acostumbrados.

¿En qué estás trabajando?

– Tengo un proyecto narrativo que intenta ahondar en aspectos oscuros del ser, relativos al tema de la relación de pareja, de los cuerpos y la sexualidad. Quiero hacer una mezcla entre lo que podría ser la brutalidad de Charles Bukowski, pero con fineza. La idea es crear un género que podría definirse como “Porno-esoterismo”, porque lo esotérico en el fondo es el estudio de la esencia de las cosas, por ende, toda enseñanza tiene algo de esoterismo.

¿Qué postulas con este género?

– Yo postulo como autor que, incluso lo pornográfico, que es exponer o mostrar algo de manera saturada, podría tener un mensaje profundo. Me interesa mucho lo que puede ser el tema del exceso en materia sexual, explorar estos mundos de relaciones que sólo existen por algo carnal sin un mayor vínculo.

-Y aparte de esto, ¿estás investigando algún tema en particular?

– Sobre el diablo en Chile y la imaginería de este personaje en la cultura chilena, especialmente en las leyendas y el folclor, ya que éste no siempre es malo. Acá es más bien un ser pillo, bribón, pero no más que el huaso, o sea, el huaso chileno es mucho más diablo que el diablo. Esta visión no está en Europa, ya que allá es temible como el Fausto de Goethe, y acá es picaron, travieso y mujeriego, e incluso puede ser pillado o descubierto por alguien más astuto.

 ¿Dónde más se ve el diablo o el mal acá en Chile?

– En los paisajes chilenos, la etimología, ya que los nombres de estos lugares siempre están vinculados a la brujería, al diablo o al mal mismo. Hay en Chile una geografía del mal muy notoria, y eso es muy chileno. Está lleno de lugares que se llaman Las Brujas, Puente del Diablo, Aquelarre, La Cueva del Diablo, La Pata del Diablo o también hitos asociados a figuras del mal como el Imbunche.

¿Pero existe el mal puro en algún aspecto en Chile?

– En mucho ámbito de cosas. Esa brutalidad por ejemplo por parte del Estado con la gente; Santa María de Iquique es uno de los casos más famosos, pero está 1973, la masacre del seguro obrero, la caza de los Selknam. Me interesan estos temas, de por qué somos tan dados a cuestiones tan oscuras aquí en Chile.

¿El chileno por sí mismo contiene maldad?

– Mira, somos una sociedad bastante hipócrita, típico caso de un tipo que es Opus Dei, abogado, padre ejemplar, anda perfumado y “terniado”, y en la tarde pasa a un café con piernas y se mete con una mina. El mismo tipo en el día crítica a los inmigrantes, en la noche le paga a una colombiana para que se acueste con él. Pero esas cosas igual las encuentro psicológicamente interesantes, de por qué somos tan dado a lo perverso.

-Ficción o No Ficción, ¿qué es lo que más te atrae?

– Ambas, porque siempre estoy trabajando en narrativa y ensayos, y si estuviera haciendo solo una me cansaría, me saturaría, y necesito variar para alivianarme.

-En cuanto a escritores, ¿cuáles son tus referentes a nivel nacional?

– Me gusta mucho Juan Marín, quien tiene la particularidad que fue médico, hizo estudios de psicología freudiana en un época que nadie lo hacía en América, tiene narrativa social como Baldomero Lillo y Manuel Rojas, tiene ficción en la línea de Edgard Allan Poe, tiene muchos libros de viajes, ya que él fue diplomático, viajó por la India, de hecho tiene un libro maravilloso sobre el Tíbet. También me gusta Miguel Serrano, que es más conocido, y quien también fue embajador. Tiene narrativa que puede considerarse esotérica, de ficción y política. Ambas personalidades las encuentro muy valiosas porque abarcaron muchos ámbitos del saber.

¿Algún poeta? 

– ¡Por supuesto!, en poesía hay muchos más. Soy fanático de Jorge Teillier, Boris Calderón, que se puede considerar el primer poeta gótico chileno, Pablo de Rokha, su hijo Carlos de Rokha y Winett, su esposa.

¿Y escritor internacional?

– Lovecraft. Esa visión antihumana, crítica de la sociedad y pesimista sobre el hombre en donde se le da más importancia al ambiente, al paisaje, que a los hechos humanos, me fascina de él. Como autor tiene una visión macro del cosmos y eso es muy valioso. También me gusta Edgard Allan Poe, Ambrose Bierce, Arthur Machen, que es un escritor gales que habla de paganismo y terror. En general me gusta mucho la línea del horror cósmico.

¿Cómo surge Editorial Bajo los Hielos?

– Surgió como una revista primero en el año 2000 o 2001. Éramos un grupo de jóvenes que queríamos hacer algo. Había mucha crítica al sistema pero nadie decía nada, era solamente destrucción, y nosotros como estábamos metidos en el mundo de la literatura especialmente, sacamos una revista. Esa revista tuvo como cinco números en papel, después pasó a internet varios años. Ahora ya no existe. Después tuve una librería que le puse el mismo nombre en recuerdo a esa revista y posteriormente surgió la editorial, la cual tiene un espíritu de difusión de asuntos poco comunes, especialmente poesía, narrativa oscura, literatura esotérica y prohibida.

¿Cuáles son las temáticas de esta editorial?

– La editorial tiene dos líneas, una de ensayos, de religiones comparadas, simbolismos y, por otro lado, narrativa de ciencia ficción y terror. Hasta ahora hemos sacado ocho títulos entre ambos géneros.

¿Cómo llegaste a este enfoque sobre la cultura indígena?

– Siempre me he preguntado por lo que hay acá, en este territorio; qué podemos rescatar y qué enseñanza y sabiduría tiene la tierra chilena, por ende obviamente comencé a indagar en los pueblos indígenas, sobre todo en el mapuche, que todavía está vivo (…) Ahí empezó a surgir la idea de develar las enseñanzas antiguas y de cómo nosotros como chilenos del siglo XXI podemos recabar esa información y hacerla propia. Obviamente es una labor sincrética, ya que hay que hacer una abstracción de una cultura que no es nuestra ciento por ciento, pero nosotros podemos tomar ejemplos, ideas y símbolos que nos pueden hacer sentido.

¿En qué marca la diferencia este pueblo para ti?

– En eso mismo, en que no es como en otros lugares de América o del mundo donde fueron barridas totalmente esas culturas ancestrales, acá los mapuches aún están vivos y son un porcentaje importante de personas a nivel nacional. Aún siguen con su discurso, con sus propuestas, con sus batallas, enseñanzas de su idioma y la difusión de su cultura.

¿Y a nivel espiritual?

– Ellos tienen una visión muy sana sobre la existencia que nosotros como occidentales modernos hemos perdido, que es la vinculación con el paisaje, con el entorno, con el hábitat. Para el mundo mapuche y el mundo indígena en general, todo está vivo, todo es sagrado, todo cumple una función. En cambio hoy en día para la sociedad mercantilista en que vivimos, todo eso es como materia para ser consumida. Es más, los mismos seres humanos somos seres para ser consumidos.

-Mucho materialismo, ¿verdad?

– Claro, de hecho para una sociedad ancestral, si tú querías sacar una rama, tenías que pedirle permiso al árbol porque este tiene su espacio y su lugar sagrado dentro de este cosmos. El concepto comunidad que ellos tienen también lo hemos perdido.

-Entonces, ¿tienes un sentido de pertenencia con esta cultura?

– Claro, de hecho creo que el chileno tiene que ser una especia de crisol donde se funda el elemento europeo y el elemento indígena, y esa fusión, para mí, es motivo de orgullo porque somos seres que nos podemos adaptar bien a este territorio gracias a eso. Esta misma mezcla étnica que tenemos, nos da la fortaleza de adaptarnos a este territorio que a veces puede ser hostil.

¿Qué opinas sobre la integración de este pueblo?

– Sí, creo que nos hemos polarizado mucho respecto al tema indígena. Se le ve sólo de dos formas, como si no existiera una tercera, que es la que a mí me interesa. O se cae en el indigenismo, que es una defensa en bloque, o por otra parte, se cae en la visión occidentalizada de ver al indígena como alguien borracho, loco y violento. Creo que se han extremado las posturas y así nunca va a haber un dialogo y un enriquecimiento que nos pudiera servir.

-Tú hablas sobre paganismo y brujos, ¿has tenido alguna amenaza o una mala reacción por parte de algún organismo o un sector más conservador?

– No, todavía no (risas). Lo que pasa es que no me muevo tampoco cerca de esos “círculos”, y temas como el de la Recta Provincia y ese tipo de cosas depende de cada persona según como se los tome, ya que son cosas bien sincréticas por un elemento que no estaba antes, que es la visión esotérica de lo que fue la organización de los brujos de Chiloé.

¿Pero nunca una mala palabra o algo así?

– Ha habido unas polémicas, pero no solo conmigo sino con toda la gente que ha investigado este tema, ya que algunos tienen la postura más de izquierda, que es una visión que no tendrá más de 20 años. Para ellos la Recta Provincia era una sociedad indígena que quiso enfrentarse al Estado chileno. Esa es una postura muy mecanizada. Otra postura es que era pura brujería, y mi postura era que tenía de los dos elementos, sin negar que hubo elementos indígenas muy marcados, pero también hubo elementos mágicos reales. Por algo se hablan de procesos de iniciación, del guardián de una cueva, el imbunche; por algo hay una serie de cuestiones que también lo encontramos en la imaginería y brujería española, lo cual no es casualidad.

¿Para investigar sigues un método específico?

– Todas estas cosas surgen tras varias lecturas o acercamientos a personas, y ahí comienzo a recopilar material, anoto ideas, posteriormente busco material que apoye o niegue la primera tesis que tengo. En general muchos de estos libros, la base principal suele ser la bibliografía porque hay harto estudio folclórico e histórico (…) pero básicamente me apoyo en fuentes bibliográficas y orales.

¿Sientes que existe ese vacío sobre este tema aquí en Chile?

– ¡Totalmente!, hay poco autores que se hayan salido propiamente de lo folclórico y de lo histórico. Quizás Serrano de alguna manera, pero siempre con una visión muy particular. El que me parece muy cercano a mí en este aspecto es Ziley Mora Penrose, porque él, recopilando muchas cosas como leyendas, hizo además mucho trabajo de campo con el mundo mapuche tomando información desde las machis e indígenas. Él tiene estudios académicos, lo va filtrando desde una perspectiva científica pero siempre con una mirada espiritual, que es la que me interesa más allá de lo histórico y lo folclórico, ya que la idea también es ver qué podemos recoger del alma de todas esas culturas y entender cuál es el motor y la fuente de esas leyendas.

¿Cómo ha sido la recepción de la gente con tus libros?

– ¡Muy buena! De igual manera intento que esto en vez de que sea algo masivo, prefiero que llegue la gente precisa. Hay personas que le han hecho mucho ruido estos temas, porque le han recordado las conversaciones que tenían con sus padres, con sus abuelos o leyendas que escuchaban cuando estudiaban o vivían en el sur.

¿Cuál es el mito chileno que a ti más te impacta?

– El de las dos serpientes míticas Kay Kay y Treng Treng del que hablan los mapuches y chilotes. Este mito para mi es maravilloso, a nivel de la mitología griega y la mitología celta. Es un relato del comienzo, del origen, y que es una explicación del surgimiento mapuche y también una explicación de los accidentes geográficos de la zona ya que habla del diluvio universal. Cuando lo analizas te das cuenta que es una batalla cósmica fascinante y una explicación increíble de cómo surgió todo. Además habla sobre el amor y odio de la naturaleza hacía al hombre. Está lleno de simbolismo.

¿Algún mensaje para los jóvenes que sigan este rumbo literario?

– Indagar y tener claridad de cuando contacten con las fuentes de nuestra historia originaria, para saber dónde dirigir estas líneas de investigación a futuro. Siento que los chilenos están muy perdidos en lo inmediato (…) y quemamos y perdemos posibilidades a futuro por darle prioridad al ahora. Hay que planear las cosas a largo plazo. También, que se acerquen al paisaje. El ser humano no está flotando, necesita un asiento y un camino, y ese camino lo da el ambiente donde tú vives. Estamos entre el mar y la cordillera de los Andes, y es en ese lugar en donde tenemos que desenvolvernos para poder entender las posibilidades espirituales que nos entrega.


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